En casi cualquier rincón del planeta, el karaoke es sinónimo de diversión. Ya sea en reuniones familiares, fiestas o bares, cantar frente a una pantalla se convirtió en una experiencia cultural compartida. Pero, ¿alguna vez te preguntaste quién inventó el karaoke y cómo surgió esta original forma de entretenimiento?
Para responder a esa pregunta, tenemos que viajar a Japón, a la ciudad de Kobe, en la década del 70. Allí vivía Daisuke Inoue, un músico que sin saberlo, cambiaría para siempre la forma de disfrutar la música.
Tres datos clave sobre el karaoke
- Inventor: Daisuke Inoue, en 1971.
- Significado del nombre: “orquesta vacía”, en japonés.
- Reconocimiento: Inoue recibió un Ig Nobel por su invención en 2004.
Daisuke Inoue y el nacimiento del karaoke
Daisuke Inoue no era una estrella de la música ni un empresario exitoso. Era un tecladista que tocaba en bares y acompañaba a clientes que querían cantar. Un día, como no podía asistir a una de esas sesiones, se le ocurrió una solución: grabó una pista instrumental y la dejó para que el cliente pudiera cantar igual.
Ese momento fue clave. En 1971, Inoue construyó un dispositivo que reproducía canciones sin voz principal, para que cualquiera pudiera interpretar las letras. Lo llamó “jukebox cantarina”, y aunque no patentó la idea, había nacido el primer karaoke.

La palabra karaoke proviene de la combinación de “kara” (vacío) y “oke” (orquesta). Es decir, “orquesta vacía”, una definición perfecta para lo que ofrece: una pista musical sin cantante, esperando que alguien la complete con su voz.
Karaoke: del invento japonés al mundo entero
Aunque Daisuke Inoue no se enriqueció con su invención, su creación se volvió un éxito rotundo. A finales de los años 70 y comienzos de los 80, otras empresas perfeccionaron su idea, crearon máquinas portátiles y comenzaron a exportarlas a otros países.
En pocos años, el karaoke se transformó en un fenómeno cultural en Asia y luego en Occidente. En Estados Unidos y Europa, por ejemplo, se instalaron bares temáticos y concursos que popularizaron aún más esta actividad.
En 2004, Inoue recibió el Premio Ig Nobel de la Paz, un reconocimiento humorístico pero significativo, por “proporcionar una nueva manera de lograr la paz mundial: cantando juntos”.